Acné | Acné Adultos | Manchas en la Piel | Rosácea | Pelo | Psicología y Piel | Psoriasis | Vitíligo | Caspa |
Tiña/Onicomicosis
Molusco Contagioso | Dermatitis | Queratosis Pilar | Infecciones de transmisión sexual
La alopecia areata es una forma de alopecia no cicatricial de origen autoinmune. Suele aparecer principalmente en dos momentos de la vida: la infancia y en los adultos jóvenes, aunque puede
iniciarse en cualquier momento, tanto en mujeres como en hombres.
La causa no está aclarada totalmente. Se sabe que la alopecia areata tiene un origen autoinmune, es decir, las defensas del propio organismo atacan a la raíz del pelo produciendo una inflamación
que hace que se caiga y no vuelva a crecer hasta que la inflamación cese. El motivo por el que se desencadena esta reacción inflamatoria es completamente desconocido. Existen pruebas de que la
genética propia de cada individuo influye en el desarrollo de este padecimiento El estrés puede actuar como desencadenante.
Existen tratamientos médicos que en muchos casos son capaces de frenar la caída y hacer que el cabello vuelva a crecer. Tan importante es conseguir que crezca el pelo como luego mantenerlo, que
suele ser la parte más compleja del tratamiento médico, ya que son habituales las recaídas.
El efluvio telógeno agudo es una alteración del ciclo de crecimiento del pelo que produce una caída excesiva del cabello durante un período limitado en el tiempo y completamente reversible. Es muy frecuente en mujeres jóvenes, pero también puede suceder en varones y a pacientes con edades mayores. Esta pérdida masiva se presenta cuando la raíz del folículo piloso sufre un daño específico que interrumpe su ciclo de crecimiento. Desde que se produce el daño hasta que la caída resulta evidente pasan unos 2-3 meses. Algunos ejemplos de agresiones que pueden producir un efluvio telógeno son: las infecciones agudas o crónicas, cirugías, eventos traumáticos o estresantes, un parto, déficits vitamínicos o nutricionales, pérdida acelerada de peso, etc. En ocasiones la causa no se podrá identificar claramente y en otras situaciones los motivos del efluvio son múltiples. Cuando la causa es tratable (por ejemplo: déficit de hierro) es importante corregirla para que el efluvio telógeno mejore. El efluvio telógeno es especialmente frecuente después de la infección por COVID-19 o debido al estrés generado por la situación de confinamiento/ restricciones y cambios de hábitos de vida sufridos en los últimos tiempos.
Con el efluvio telógeno agudo es habitual notar una pérdida muy marcada del cabello, dejando pelos aislados o mechones en el baño, lavabo, sofá, almohadas, pisos, etc. La caída será todavía más alarmante cuando el cabello sea largo y oscuro, ya que su presencia será más evidente. Se acompaña de una disminución del volumen de la melena, y en los casos más acentuados se pierde densidad capilar dejando ver espacios sin cabellos.
El efluvio telógeno agudo tiende a desaparecer por sí mismo cuando la causa inicial desaparece. Por lo tanto, el primer “tratamiento” sería detectar la causa y eliminarla si sigue presente. La caída se frenará progresivamente, notando cada vez menos pérdida de pelo. Después comenzará una fase de recrecimiento con pelo fino corto que, poco a poco, se engrosará hasta recuperar la longitud y el tallo habitual. Todo este proceso es muy lento y puede durar hasta varios meses, no hay que alarmarse si no se nota mejoría antes.
El tratamiento más específico del efluvio telógeno agudo se recomienda cuando:
1. La causa no se puede eliminar o va a estar presente mucho tiempo y hay riesgo de que el efluvio se convierta en un proceso crónico (de varios meses de
duración).
2. Queremos favorecer la fase de recrecimiento y preparar el folículo piloso para que regenere el cabello correctamente.
3. Se detecta una alteración analítica que necesita un suplemento o fármaco.
En todos los casos se recomienda el lavado frecuente del cabello (un mínimo de 4-5 veces a la semana), para eliminar todo el pelo maduro que va a caer tarde o temprano. Al contrario de la
creencia general, esta medida acortará la fase de caída y acelerará la llegada de la fase de recrecimiento.
Algunos de los tratamientos más utilizados son los suplementos vitamínicos y nutricionales, que tendrán que ajustarse a cada caso. En ocasiones también es beneficioso el uso de shampoo, lociones o serums que regulen el ciclo capilar y fortalezcan el pelo en recrecimiento. Algunos medicamentos vía oral prescritos por médicos dermatólogos, son de gran utilidad.
La alopecia androgénica es la forma más frecuente de alopecia en los varones, afectando a más de un 60% de los hombres a lo largo de su vida. Su causa es genética y hormonal. En los hombres que comienzan con este tipo de alopecia suelen existir antecedentes familiares directos, aunque su ausencia no excluye que pueda aparecer este tipo de alopecia. En la alopecia androgénica masculina, los folículos pilosos de la zona frontal, superior y coronilla son más sensibles a la acción de los andrógenos (hormonas masculinas). Los andrógenos inducen una miniaturización de los folículos (es decir, se van haciendo finos y delgados) y si no se instaura tratamiento desaparecerán. Este tipo de alopecia suele comenzar alrededor de los 20-25 años o en edades más tempranas. En los varones, la presencia de alopecia androgénica no suele estar asociada a ninguna enfermedad concomitante.
La clínica característica de los hombres con alopecia androgénica es la pérdida de densidad capilar. Las zonas más frecuentemente afectadas son la región frontal (entradas) y la coronilla. No obstante, hay pacientes que presentan una pérdida difusa a lo largo de toda la región superior del cuero cabelludo. En fases iniciales, muchos pacientes notan esta pérdida de densidad con el pelo mojado o cuando se miran con un foco de luz intenso.
Existen 7 grados de alopecia androgénica según la escala Norwood (1 el más leve y 7 el más avanzado). No todos los pacientes con alopecia androgénica llegarán al grado más avanzado de calvicie, aunque si no se instaura tratamiento lo habitual es que el curso de la alopecia androgénica sea lentamente progresivo, especialmente durante la juventud.
La alopecia androgénica es una de la formas más frecuente de alopecia, y se estima que puede afectar a por lo menos el 25% de las mujeres a lo largo de su vida. Es de causa genética y multifactorial, en la que actúan mecanismos tanto andrógeno-dependientes como independientes de los mismos. Si se empieza a manifestar antes de la menopausia se denomina precoz, y si se manifiesta tras la menopausia se denomina tardía. Si empieza a manifestarse antes de la menopausia, se hará más evidente tras la misma, por el efecto de la disminución de estrógenos característica de esta etapa. Puede iniciarse a partir de los 8 años, coincidiendo con la adrenarquia, o sea, el comienzo de la producción hormonal de las glándulas suprarrenales.
En ambas puede haber o no, un aumento de las hormonas sexuales masculinas (o andrógenos). Los andrógenos inducen una miniaturización de los folículos (es decir, se van haciendo progresivamente más finos) y si no se instaura tratamiento se convierten en vello. Es frecuente que existan antecedentes familiares directos afectados, aunque su ausencia no excluye que pueda aparecer este tipo de alopecia.
En la mujer, la alopecia puede estar asociada con enfermedades concomitantes, como déficits vitamínicos y de hierro, anorexia nerviosa o regímenes hipocalóricos, trastornos hormonales (como el síndrome de los ovarios poliquísticos, síndrome HAIRAN, hiperplasia suprarrenal congénita, tumores suprarrenales u ováricos), etc. Para su estudio es fundamental descartar todas estas causas.
La clínica característica de las mujeres con alopecia androgénica es la pérdida de densidad capilar. Las zonas más frecuentemente afectadas son la región frontal central y parietal, con un “ensanchamiento” progresivo de la raya media del cabello, conservando la línea de nacimiento capilar. Con el tiempo puede haber una pérdida difusa a lo largo de toda la región superior del cuero cabelludo.
Existen 3 grados de alopecia androgénica femenina según la escala de Ludwig y Olsen (1 el más leve y 3 el más avanzado) ó 5 grados en la escala de Ebling para la alopecia androgénica femenina con patrón masculino. No todas las pacientes con alopecia androgénica llegarán al grado más avanzado de calvicie, aunque si no se instaura tratamiento lo habitual es que el curso de la alopecia androgénica sea lentamente progresivo, especialmente durante la juventud.